jueves, 29 de abril de 2010

Un poquito de mi...

Veamos por donde podemos empezar... La idea de esto, no es para que te cuente quién soy, qué hago, o cómo es mi vida. No es ese el objetivo...aunque el límite no es tan claro y ahora te voy a decir porqué...
Voy a compartirte, humildemente, un pedacito de mi. Consideralo un regalo de mi parte. Un gesto. Pero... cómo puedo abrirte un puertita chiquitita para que escarbes las cosas que escribo; sin que puedas espiar, ver un poco más allá de esas palabras, y sientas quién soy.
No se si se entendió. Pero vamos a dejarlo ahí por esta vez...


Este blog, está disparado por una idea que viene dandome vueltas por la cabeza. Que más bien, me viene taladrando desde hace tiempo... las pasiones
A veces uno se encuentra en situaciones donde ves las mismas cosas, que ahí estuvieron o están desde hace tiempo, pero de una manera muy diferente. Cambias el ángulo... y te cambia todo.
Me viene pasando eso desde hace un tiempo. Me aconsejaron, que en estos momentos, donde sentís que no existen las certezas, donde te analizas, y crees que estás andando, caminando, "avanzando", pero sobre la nada, donde sentís un profundo y perturbante silencio... es el momento de volver a vos mismo. De mirarte para adentro; reconocerte ; y recordar, (en caso de que haya cambiado) redescubrir qué te llena. Qué es eso; qué te sirve de motor para seguir; eso que te apasiona.
Y la verdad que a mí, siempre me movió muchas cosas esto de escribir. Lo disfruto muchísimo. No tengo palabras para explicar lo bien que me hace volcar un poquito para afuera. Y sobre todo, me da un espacio de descanso (y a mi mente más que nada). Me hace bien. Me encanta... y esta es la pasión que voy a compartirte...


Te dejo, este "fragmento" que dió origen al nombre del blog...


Ella le dijo: 

- Me gustan las últimas horas del día y las primeras del siguiente.- Suspiró.- Es fascinante la tranquilidad que se respira. Y por una de esas razones, me veo increíblemente activa a estas horas. No necesariamente "haciendo" algo. Sino, que a estas horas mi cabeza multiplica la cantidad de revoluciones por minuto, disparando así, la velocidad a la que suele trabajar mi mente. Y es justo en estos momentos donde más lucida me encuentro. Podría conversar de cualquier tema, y todo me parecería interesante y atrayente. Pero justamente a estas horas no hablo REALMENTE con nadie. Tengo profundos pensamientos interiores. Nada los impide. El teléfono no suena. El timbre tampoco. Nadie grita. Nadie está apurado. A estas horas, pareciera que la gente cayera en el principio de un sueño. Hacen silencio. Y así me permiten estar conmigo, y formular mis propios pensamientos sobre cosas que nunca pienso. Que capaz nunca charle. Pero si las charlara, yo sabría bien que es lo que pienso de eso. Todo el mundo debería probarlo. Es una especie de orden, de equilibrio. Es saludable. 
Ahora, si aún te interesa quedarte, sentate al lado mío, podés probar hacer lo que te digo. También podés agarrarme la mano mientras tanto. Sólo te pido, que mantengas la serenidad, para mí.
Él se levantó, en completo silencio, la miró con los ojos llenos de ternura, y se sentó a su lado. Sostuvo su mano dulcemente. Y así se quedó. Fue un minuto, cinco minutos, diez...Un rato, y otro más. 
Finalmente ella susurró:


- Hablame de vos.